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En San Francisco se roban tres motos por día

En San Francisco se roban tres motos por día

En los últimos meses el robo de motos se incrementó sensiblemente en la ciudad. Más de tres denuncias diarias marcan las estadísticas, las cuales se incrementan si tenemos en cuenta todos aquellos que no realizan la denuncia o las que se recuperan mediante el pago de un “rescate”.

Durante la última semana las denuncias por robo de motocicletas llovieron en la comisaría local y también en las redes sociales, donde muchos vecinos hicieron conocer su historia y lamento.

Según las estadísticas que pudo conocer este medio, en promedio existen unas tres denuncias diarias por robo de motos, sin contar aquellas personas que prefieren no realizar denuncia policial y se lanzan a recuperarla por sí mismo.

Sucede que la situación es tan incontrolable que prácticamente la policía no se aboca a estas denuncias y las motos recuperadas por una investigación judicial son escasas. Tampoco se dan a conocer estadísticas oficiales y los altos rangos prefieren mantener “los números” ocultos de cualquier medio de prensa.

Las honda Biz son las predilectas por los ladrones. Luego aparecen las Guerrero, motomel y otras de similares características. Las Biz hoy tienen un alto valor en el mercado, por eso, todas las miradas apuntan a estas motos, que superan largamente los 25.000 pesos en cualquier concesionaria.

La ley de la calle marca que luego de unas horas las motos robadas desaparecen y ya será imposible recuperarla. Igualmente, muchos conocen el camino que siguen estas motos. Barrio Acapulco en Josefina y San Javier en Frontera son los lugares más nombrados por quienes lograron recuperarla luego del pago de un rescate. Pero para llegar a tiempo hace falta moverse y rápido. No hace mucho tiempo una persona que sufrió el robo de su motocicleta apenas pudo recuperar el motor. Era lo poco que quedaba luego de ser desmantelada.

En este “negocio” existen tres patas. La primera son los encargados de levantarlas en las calles, donde aparecen los menores y otro tipo de delincuentes que solamente se ocupan de esta tarea. La segunda son los reductores, que se encargan de comprar las motos y posteriormente desarmarlas -y pocas veces tienen otra relación más allá de la “comercial” con quienes roban en la calle-. La tercera, quienes compran las motos desmanteladas para venderlas como repuestos, donde seguramente aparece la complicidad de algún empresario.

Dentro del primer eslabón el universo es muy grande y tratar de terminar el negocio por ese lado sería muy difícil, pero en la segunda parte de esta cadena no son mucho quienes se encargan de este “trabajo” de reducir las motocicletas. Es más, indagando un poco en este submundo, existen dos lugares que son voz populi en toda la ciudad.  Uno ubicado en Barrio San Javier y el otro en Acapulco, con lo cual, accionado sobre estos dos “aguantaderos” el mercado de motos robadas se reduciría notablemente.

De todas formas, parece no existir la voluntad de la justicia ni de la policía de realizar una investigación seria para acabar con este grave problema que existe en nuestra ciudad. Si varios vecinos pudieron llegar hasta estos lugares y recuperar su moto (por supuesto pagando un rescate) la justicia debería orientar una investigación al respecto y llegar no solo a quienes la reducen, sino también dilucidar donde van a parar posteriormente todas las motos desarmadas y quienes se quedan con los millones de pesos que las mismas representan luego en repuestos. 

 

 

 

 

 

 

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