..de mermeladas y Filosofía: El dulce Mundo de Susana Mitchell
Por Tere Capdevielle -Es continuadora de una estirpe de pasteleros artesanales que se inició en la Suiza natal del bisabuelo paterno y tuvo entusiasta continuidad gracias a la tía Nelly Mitchell. De hablar pausado y mirada serena, el rostro se le se ilumina cuando habla de sus pasiones: hijos, nietos, el mundo de la filosofía, la repostería y sus plantas… Del padre, Santiago Mitchell, propietario de una “chacharita” que estaba ubicada sobre calle Iturraspe, heredó la afición por la lectura, lo que seguramente dio sustento a su incursión en la carrera de Filosofía y Letras. Llegué hasta ella, se lo digo, porque creo haber recibido el mensaje sutil que dejó impreso en la exquisita mermelada de higos de su producción casera, que compré en un negocio de productos dietéticos del barrio. La escogí de entre la gran variedad de opciones que se exhibía en la góndola porque ése era el único dulce sin aditivos ni conservantes. “S.M.”: escueta la marca, merecedora de ser tenida en cuenta la elaboración, que prescinde de los aditamentos químicos que proliferan en casi todos los producto de la industria alimenticia argentina.
La higuera generosa, el maracuyá y un verde vergel de paz
Susana Mitchell habla de sus plantas con orgullo. La casa dice, ahí donde se mire, de la pasión lectora de la dueña que proclama con entusiasmo su preferencia por los libros de filosofía y de psicología… Pero su “mundo real”, como ella lo llama, está en el patio… Infinidad de plantas ocupan cuanto lugar se haya mostrado disponible y desde ahí señorean un ámbito de paz que se disfruta con sólo ingresar en él… La perrita Jana y Oli, la gata que se hace la indiferente pero controla cuanto ocurre a su alrededor, están integradas a ese ámbito que es contenido desde las alturas por un frondoso ejemplar de maracuyá, extendido a modo de enramada de la que penden los preciados frutos, aún verdes..
Al atardecer, las flores de la pasionaria inundan el espacio con su perfume único… Y allá, en el fondo, una gran higuera pródiga pinta con el intenso verde azulino de su fronda, un rincón cuya umbría permanente protege, amorosa, una increíble multitud de plantas que florecen y dan frutos en armoniosa convivencia…
Cosecha y producción
La higuera es retoño de un árbol centenario que era orgullo del barrio Iturraspe y fue aniquilado para levantar en su lugar un edificio torre. Desde que comenzó a dar frutos, Susana y su familia celebran cada nueva temporada la cosecha de brevas y de los higos que las continúan. Este año, me cuenta, ha sido asombrosa la producción de la noble planta. A la enorme cantidad que consumieron frescos, deben sumarse los que empleó para elaborar los aproximadamente ¡SESENTA KILOS! de mermelada que prolijamente envasada en frascos de vidrios luego esterilizados dedicó a la venta. Además, conocedora de la técnica de deshidratación de los frutos, su producción se amplió con muchos kilos de pasas que logró exponiéndolos al sol mediante recaudos y cuidados que sólo ella conoce. Los sabrosos frutos del maracuyá también fueron ingrediente principal de mermeladas y postres. La planta aún está en producción y en la presente temporada fueron elaborados seis kilos de dulce.
Como al pasar, mientras quita alguna hoja seca, recuerda que también cosecha tomates, pimientos y ajíes con los que hace su propio pimentón y ají molido, con diversos matices de picor.
Economía Básica
Con frecuencia, amigos y conocidos quieren comprarle higos frescos. Gentilmente, ella opta por obsequiarles algunos pero insiste en una postura que tiene la solidez de un principio económico de alto vuelo: prefiere potenciar la producción de su higuera con el valor agregado que supone la elaboración de dulces y mermeladas. Con un plus: sostiene que en cada frasco está, además, el toque de amor que puso al elaborarla. Y eso, se advierte. Palabra.