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…cincuenta y ocho años después…

…cincuenta y ocho años después…

 

IDEA  y PRODUCCIÓN: Tere Capdevielle                                                                   

 

-…la señora Ramona Correa ?

 

A esa altura  ya había repetido la pregunta cinco veces  en otros tantos intentos para ubicarla. Eran números de la  Ciudad Autónoma de Buenos Aires  y con cada  llamada frustrada  me prometía que ésa sería la última.  Pero no;  mi tozudez pudo más. Fue  hasta que una voz serena, de hablar pausado y firme resonancia, me respondió:

 

-Sí, soy yo.

 

Dije mi nombre y agregué - Le hablo desde San Francisco.

 

-Ah!...¿Cómo consiguió este número?

 

-En internet, señora.   No le dije  que para hacerlo había navegado cuanto sitio de datos de personas y guías de teléfonos me había proporcionado el Google, ni que fracasé cuando intenté ubicarla con la información que obtuve en la municipalidad, ya que figura como contribuyente por  la tumba 01/1243  donde yacen los restos de René Héctor Biazzi y de Stella Marys Biazzi, su  hija. Intuí curiosidad expectante al otro lado de la línea. Le conté que había tenido la oportunidad de ver  la dedicatoria que ella, Ramona F. Correa, había dejado en el álbum de quien fue  una de sus compañeras de promoción de 6º. Grado en   la Escuela Terminal  en 1945,  María del Socorro “Chela” Depego, hoy docente jubilada.

 

 – No la recuerdo, me dijo… Sí a la Escuela Yrigoyen… Es que… pasó la vida… Y pasaron tantas cosas en mi vida.

 

Ahí me dio el pie que esperaba:

 

 -Sé de su vida, señora. Es más: soy periodista y he publicado sobre lo que ocurrió el 21 de marzo de 1960.

 

Fue como si ella hubiese estado aguardando ese momento desde siempre.  Con una antigua, contenida, inmensa  necesidad de hablar. Por eso el diálogo, que se prolongó por horas, transcurrió en un tono apacible, con pausas que se tomó para continuar el relato o dar lugar a mis preguntas, que aceptó sin objeción alguna.

 

-…ahora en la televisión se ven frecuencias casos que llaman de “violencia de género”… Antes no se hablaba del tema… Pero ocurría… ¡Vaya si ocurría…! Pero…una no tenía dónde ir  ni con quién compartir el sufrimiento… ¿Contárselo…?  ¡…a quién! : ¿a tu madre…tus tías…tus vecinas…? ¡ Si a la mayoría le ocurría ¡ ¡Qué consejos te podían dar, si ellas estaban sometidas al mismo trato…!  Y ni hablar de hacer la denuncia: la propia policía se encargaba de darle la razón al hombre y de desalentar cualquier acción que la mujer intentara iniciar para buscar  protección, para poder salir del infierno…

 

 Me reconocí en esos momentos  portadora de todos los prejuicios que fui formándome   en el curso de la investigación para hacer la nota que inició el seguimiento por la muerte de René Héctor Biazzi. Esta mujer de lenguaje pulcro, culto;  suelto, vehemente  y sólido el discurso, no se correspondía con la imagen que a priori  formé de ella.  

 

-Se casó muy joven…

 

-A los quince años. Estaba perdidamente enamorada. Fue mi primer novio. Él quería irse a Buenos Aires;  creí que se acababa mi vida.   Y nos casamos.   Muchas veces , después,  le reproché a mi padre: ¿Por qué no me  detuviste?...Cómo dejaste que una nena…era casi una nena… hiciera ese disparate..?  Pero era un ser pasivo, incapaz de asumir responsabilidades en su rol… Lo único que solía responderme  era: -Pensé  que con el tiempo iba a cambiar…Algunos cambian…Se refería a la personalidad de mi marido…

 

-Y no cambió…    

 

-No lo hizo.  Ni siquiera con la llegaba de los hijos. Tenía trabajo permanente como pulidor  para la empresa de arte funerario Jaluf,  para  la Godeco y también una fábrica de motos… Pero así como llegaban los cheques se gastaba el dinero en el juego…, iba a muchas partidas que se hacían en el campo… Eso era motivo de diarias discusiones… Los chicos, lamentablemente, sufrían también ese clima de violencia…

 

- ¿El arma era de él?

 

-La compró pocos días antes, desarmada. Dijo que  era para defenderse porque durante  el juego ocurrían enfrentamientos. La armó y mientras lo hacía se disparó un tiro que por poco alcanza al niño. Mi hijo aún recuerda el episodio…

 

- ¿Cómo fue que se disparó el arma  esa medianoche?

 

-Fue durante una de las tantas peleas.   Los  niños estaban ahí. El amenazaba con la pistola. Quise quitársela. Forcejeamos. Cuando ocurrió el disparo, que le dio en la base del cuello, salí corriendo a pedir auxilio. Alquilábamos en Almafuerte 333;  vino el dueño de la casa y pidió ayuda a un servicio público. Lo llevaron en ambulancia  al hospital. Llegó muerto. Me dijeron que durante el trayecto alcanzó a decir algunas pocas palabras… Supe después  que la sangre de la hemorragia  había llenado el tórax…

 

   (Días  antes de esta entrevista telefónica el Dr. Carlos Cornaglia explicó qué es el “HEMOTÓRAX AGUDO” en  el texto que se reprodujo en mi Nota anterior  y   a partir de  la mención del  diagnóstico de muerte que consta en el acto de defunción de René Héctor Biazzi. Con sus palabras, Ramona Correa dijo exactamente lo mismo…)

 

-Estuvo detenida, pero el juez falló a su favor. ¿Cómo fue la experiencia de volver?

 

-Mis suegros me dieron la contención y el apoyo que no recibí de mi propia familia. Fueron personas extraordinarias a quienes recuerdo siempre con afecto y respeto. No supe nunca el nombre del juez, y ésta es la primera vez que me lo planteo… Don Luis Biazzi se ocupó de mi situación legal; ambos se hicieron cargo de los niños, resolvieron la limpieza  de la casa y reintegraron las llaves al dueño.  Fui al lugar pero ya no pude ingresar.  Mi principal preocupación fue a partir de ese momento mi subsistencia y la de mis hijos. Necesitaba trabajar y el servicio en casas de familia era la única salida posible. Una dentista que vivía cerca de Bomberos  me contrató para atender la llegada de los pacientes y otras tareas menores del consultorio. El empleo me duró un día. A la mañana siguiente me dijo: -No puedo darle  el trabajo. YA SÉ QUIÉN ES USTED.  En otros casos, varios,  me dijeron que no me contrataban porque mi presentación excedía lo que se esperaba de una mucama. Alguien me dijo: Se viste como si fuera rica… Ay! San Francisco…

 

-Después, se fue a Buenos Aires con sus hijos…                                                                      

 

- Una tía que vivía en la entonces Capital Federal me ofreció ir a vivir con ella. Llevé a mi niña, porque Jorge no quería alejarse de sus compañeros de la Escuela “Río Negro”;  a partir de entonces estuvo con los abuelos Biazzi. Completó la primaria y luego hizo la secundaria en la Escuela Olmos. Pero nos veíamos con frecuencia ya que nunca dejé de volver a San Francisco y a mis afectos. Cuando egresó tenía 17 años  y nos reunimos para siempre. En  Buenos Aires trabajé como mucama, lavaplatos, lavacopas, ayudante de cocina… No podía rendirme…

 

-Su apellido ahora es  Karlsson…  

 

De pronto cambió  la voz,  que adquirió  un matiz entre nostálgico y risueño a medida que avanzaba  el relato:

 

-Al lado de la casa de mi tía vivía un señor que pasaba películas en una sala. Conocí  a su sobrino Hans Karlsson, un año mayor que yo, sueco, ingeniero,  apasionado por  el cine   y admirador  de  la actriz italiana Anna Magnani, según me dijo en su presentación. Fue un encuentro formal, breve, de vecinos, que se repitió dos veces. Me encontraba tomando un refresco en una confitería que estaba en Córdoba esquina 9 de Julio, cuando lo vi venir directamente hacia mí. –Estoy por partir… ¿te querés casar conmigo?.. Me reí a carcajadas, porque pensé que era broma.    -Hans… no nos conocemos… ¿cómo nos vamos a casar?  -Yo te conozco. Sé todo sobre vos. Todo. Y te repito…¿te querés casar conmigo? Y nos casamos. Fue en 1964.  Durante dos años nuestro lugar de residencia fue Buenos Aires; él se trasladaba en  barco a los distintos países de Sudamérica donde cumplía funciones para una importante empresa multinacional.  Lo acompañé en  esos viajes. En 1966 nos fuimos definitivamente a Estocolmo, donde está nuestra casa. La familia se amplió con un niño que adoptamos,  y que es ingeniero como él  y como Jorge, mi hijo.

 

 

 

-…y Anna Magnani… ¿qué tiene que ver en la historia?

 

Se ríe : - Hans me confió que   se enamoró la primera vez, cuando me vio parecida a su admirada estrella de cine… Y se propuso que me haría su mujer…

 

-¿Hans fue la felicidad?

 

-Sin duda. Mi vida fue antes  y  después de él.  Formamos un hogar  donde su bondad, buen humor, alegría de vivir iluminaron mi existencia y la de mis hijos. Él murió en 2006 de cáncer de próstata. Se hicieron todos los intentos médicos de vanguardia para salvarlo, como el traslado diario en avión de sangre que era analizada en Houston, Texas, y volvía con las drogas que correspondían a la evolución de la enfermedad. Pero fue tarde. Lo extraño. Mucho.  Nuestra familia se conformó con los hijos, nietos, bisnietos  y hasta  una tataranieta que llegó hace poco…

 

-Pero el pasado está. ¿Cómo recuerda al padre de sus hijos?

 

-Aprendí  a perdonarlo. Hace muchos años que lo hice.  Estoy convencida de que seguramente hubo en su vida circunstancias que lo hicieron así, como fue… Era incapaz de manifestar sentimientos buenos, positivos, aunque seguramente los tuvo… Una vez,  una sola vez, lo vi mirar  con amor a nuestra bebé muy pequeñita… Elegí recordarlo así, para siempre. Sólo eso.  Además, fue el padre de mis dos maravillosos hijos…

 

- ¿Cómo reacciona la sociedad sueca  ante la violencia de género?

 

Se lo pregunté a mi marido,  porque  nunca en  la televisión sueca  se ven episodios de esa naturaleza. Él me dijo que ocurren, pero que hay en los medios  acuerdos tácitos  de no mostrarlos, con el  criterio de  que pueden incentivar una repetición que no se desea… Muchas veces, en todos estos años,  surgió alguna referencia al pasado en alguna conversación con los chicos...: -Mamita, no seas masoquista, me dicen en tono de humor… Ya pasó…  Fue…  Pero  cuando estoy en Buenos Aires y veo las noticias, no puedo menos que decir una y otra vez: -CONOZCO  ESE LUGAR.  YO ESTUVE AHÍ….

 

-Una canción  dice “…no soy de aquí ni soy de allá… ¿De dónde es usted?

 

-El idioma  significa mucho… Cuando nos radicamos en  Estocolmo,  durante dos temporadas tomé clases de idioma sueco  en un instituto. Pasaron más de cincuenta años, pero… ¿sabe? me ocurre con frecuencia… en una conversación común, tal vez sin trascendencia,  digo inconscientemente algo en castellano y los suecos que me rodean me miran con preocupación… (risas…)  Otro tanto me pasa  en Buenos Aires, donde estoy ahora, cuando pregunto o hago una exclamación en sueco… No me entienden… Mis raíces  están acá…Mi vida, desde hace cincuenta y dos años,  transcurre en Suecia…  pero todos, todos los años, regreso a la Argentina y voy a San Francisco…  Escapo del  hielo del invierno en Estocolmo y vuelvo para la primavera del norte…Antes visitaba a parientes, vecinos y amigos en sus casas… Ya no es necesario…Veo sus tumbas cuando voy  al cementerio…

 

- Los restos de su hija están junto a los del padre en el nicho  “1/1243…”

 

- ¡Hermosa, pobrecita hija  mía!... Vivía en Buenos Aires. Era médica bioquímica, profesional destacada en el Sanatorio de la Trinidad, la Clínica Los Arcos y el Policlínico Ferroviario… Se suicidó el 3 de septiembre de 1987… Estaba casada con un ex rugbier, hijo de una famosa psicóloga,  que hizo de su vida un infierno…  Yo no estaba en el país y la noticia me enloqueció… Los familiares que se hicieron cargo de la situación decidieron el traslado del cuerpo a San Francisco  y su destino en esa tumba. Ahí la visito, cada año.

 

 Vuelvo a la imagen   que obtuve del álbum de Chela Depego.  “Querida compañerita: con todo cariño me despido de una compañerita que tanto la quiero. Te deseo unas felices y orgullosas vacaciones.    Ramona F. Correa”.  Un texto afectuoso y distinto en el detalle pequeño.  El nombre destaca por la firmeza del trazo   y la energía de la rúbrica. Son de una niña de doce años,  que se lanzaba a la vida seguramente llena de sueños. En esa firma, creo reconocer a la mujer de ochenta y cinco con quien hablé  y que ya debe haber regresado a Estocolmo, a su “otro” mundo, a los afectos, a la primavera… Para ella, gracias al Traductor del Google, mi  saludo:

 

 

 

                                                         Adiós , señora Ramona, fue para mí un placer…

 

                                                         Farväl, fru Ramona, det var ett nöje för mig ...

 

 

 

AGRADECIMIENTO:

 

*María del Socorro Depego

 

*Arturo Bienedell

 

*Elizabeth Bosco

 

*Beatriz Bertorello

 

 

 

 

 

 

 

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